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EDITORIAL
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Europa como refugio de la ciencia

El acoso del Gobierno de Trump a centros de investigación y universidades abre la oportunidad para atraer a grandes talentos

Un momento de la manifestación celebrada el 19 de febrero en Nueva York contra la congelación de fondos públicos para investigación científica por parte de la Administración de Trump. La pancarta reza: "La ciencia fortalece a Estados Unidos".
El País

Europa tiene una gran oportunidad de cumplir un sueño: recuperar las enormes cantidades de talento científico e intelectual que perdió por culpa de los horrores del siglo pasado. Albert Einstein, Hannah Arendt o Enrico Fermi encabezaron entonces un listado formidable de talento emigrado a Estados Unidos que durante la Guerra Fría desniveló para siempre la competencia entre las universidades estadounidenses y europeas. Ocho décadas después, se intuyen los primeros movimientos de una diáspora parecida en sentido opuesto. El primer mandato de Donald Trump ya mandó señales de alerta para la comunidad académica estadounidense. En el segundo, en apenas unas semanas, el espíritu anticientífico del movimiento populista que lidera el presidente ya ha comenzado a expulsar víctimas.

El recorte bárbaro a los fondos de los Institutos Nacionales de Salud, el mayor organismo de investigación biomédica del mundo, puede afectar para siempre al desarrollo de la ciencia contra el cáncer, el alzhéimer y otras enfermedades. Universidades del nivel de Columbia, Johns Hopkins o Stanford anuncian despidos tras ser congelados los fondos federales. Han sido cesados cientos de empleados en agencias como la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica o el Servicio Meteorológico Nacional, cegando las alertas climáticas. Aunque algunas de estas decisiones están paralizadas de forma cautelar por los tribunales, no invita al optimismo la oscuridad impuesta por el recortador en jefe Elon Musk, que desprecia el funcionariado y considera superfluo cualquier gasto público que no sea en sus propias empresas, y el discurso pseudocientífico de Robert F. Kennedy Jr., defensor de conspiraciones y al mismo tiempo responsable de la sanidad y la investigación médica como secretario de Salud de EE UU.

En ese contexto, las instituciones académicas europeas empiezan a reivindicarse como un destino atractivo y, sobre todo, seguro para quienes hacen ciencia en laboratorios expuestos a las arbitrariedades de Trump. La idea comenzó como un rumor discreto entre investigadores, luego algunas universidades se animaron a decirlo en voz alta y, finalmente, los ministros de Ciencia de la Unión Europea, incluida la española Diana Morant, se han unido para pedir un programa ambicioso que permita captar toda esa inteligencia mutilada en EE UU. “La UE tiene que hacer un gran acto de solidaridad y atraer el boom de talentos brillantes del extranjero que puedan verse afectados por interferencias en la investigación y recortes de financiación arbitrarios y drásticos”, explica la carta de los ministros a la comisaria de Investigación e Innovación, Ekaterina Zaharieva.

Europa cuenta con una experiencia previa similar. El Brexit generó un terremoto en los laboratorios británicos, y el goteo de científicos hacia la UE todavía se nota. La Comisión ya ha adelantado las primeras ideas de su plan, como duplicar la financiación que recibirán los investigadores principales que huyan de Trump. A pesar de los buenos propósitos, el plan muestra la fragilidad de la UE. La carta solo la firmaron 10 ministros. No es fácil señalarse contra las políticas de Trump. España sí intentará aprovecharlo reciclando programas de captación de talento, como Atrae, dado que tiene presupuestos prorrogados. No será un esfuerzo económico menor porque las inversiones y sueldos académicos en EE UU son mucho más altos que en Europa. Pero la oportunidad existe, y con la ambición necesaria Europa puede combinar microscopios con tanques, e importar talento de primer nivel que se enfrenta a años de acoso.

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