General Haftar: el 'hombre fuerte' de Libia y exoficial de Gadafi del que Meloni espera que frene la inmigración
La primera ministra italiana ofreció ayuda a Libia y Túnez, a cambio de que se contengan las salidas de inmigrantes
Giorgia Meloni viaja a Túnez para evitar un éxodo migratorio
Este jueves, los 27 ministros del Interior de la Unión Europea votarán en Luxemburgo el último texto presentado por la presidencia rotatoria sueca para un pacto sobre la inmigración. Para la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, «la solución al problema de la inmigración está ... en frenar las salidas y defender las fronteras exteriores de la UE». Con ese objetivo, Meloni ha viajado este martes a Túnez y el miércoles ha recibido al primer ministro libio Abdul Hamid Dbeibé, con sede en Trípoli, que controla la parte occidental de Libia, respaldado por la ONU. La primera ministra italiana ofreció ayuda a Libia y Túnez, a cambio de que se contengan las salidas de inmigrantes.
Un personaje clave para esos intereses de Italia contra la inmigración ilegal lo juega el anciano general Jalifa Haftar, 79 años, comandante del autoproclamado Ejército Nacional Libio, que controla la Cirenaica -parte oriental de Libia limítrofe con Egipto-. Haftar puede evitar que sigan llegando a las costas italianas barcazas abarrotadas de inmigrantes. Son travesías muy peligrosas, organizadas por bandas armadas, bien equipadas, que explotan a gente desesperada por alcanzar un futuro mejor en Europa, pero que a menudo son conducidos hacia la muerte en el Mediterráneo, convertido en un cementerio.
El general, exoficial del ejército del coronel Gadafi, formado un tiempo en la antigua Unión Soviética y en el pasado protegido por la CIA, en mayo visitó Roma, donde se reunió durante dos horas con la primera ministra Giorgia Meloni en el Palacio Chigi, con un punto fundamental, según nota del Gobierno italiano: «El crecimiento sin precedentes de las llegadas de inmigrantes a Italia», en particular precisamente de las costas del territorio bajo el control de Haftar, apoyado por Egipto y Rusia. Según datos del ministerio del Interior, hasta el 7 de junio, un total de 52.328 inmigrantes llegaron a Italia, embarcados en su gran mayoría en Libia y Túnez. Solo de las costas de la Cirenaica controladas por Haftar partieron unas 15.000.
El hombre fuerte del Este libio lleva medio siglo como uno de los protagonistas destacados de la política libia. Como oficial del ejército, Haftar participó en el golpe militar que llevó al poder a Muammar Gadafi en 1969, ayudándolo a derrocar al rey Idris. Poco después, Haftar se convirtió en un alto oficial de Gaddafi, llegando a ser su jefe de estado mayor militar. Hoy, como hombre fuerte de la Cirenaica, el general Haftar vive rodeado de un grupo muy reducido de colaboradores, incluidos dos de sus hijos, Ṣaddām y Khalid, que comandan dos brigadas militares, mientras que sus otros hijos, ʿUqba y Ṣādiq, lo asesoran en asuntos económicos y diplomáticos. Un reciente informe de Amnistía Internacional (AI) acusó a su hijo Saddam Haftar, jefe de la milicia Tariq bin Ziyad, que es responsable de malos tratos, expulsiones masivas de migrantes, violaciones, asesinatos, saqueos y encarcelamiento ilegal de ciudadanos libios. AI se basa, para su acusación de crímenes de lesa humanidad, en el testimonio de testigos, familiares de las víctimas y en material de video consultado por investigadores.
La preocupación principal del anciano Haftar es garantizar un futuro a sus hijos. Mientras tanto, vuelve a convertirse en uno de los interlocutores decisivos en Libia, a pesar de que durante meses desde 2019 había intentado atacar sin éxito la capital Trípoli, desatando meses de guerra civil. A veces, Haftar vuelve con sus amenazas. En noviembre pasado advirtió: «No tenemos otra alternativa que liderar la batalla decisiva para liberar a Libia». Su última amenaza fue en marzo, cuando hizo saber que «no renunciaremos a Tripoli». Pero últimamente, por sugerencia de Egipto, ha bajado el tono y se declara dispuesto al compromiso.
La importancia del general Haftar ha adquirido más relieve tras la invasión rusa de Ucrania, porque ese conflicto ha cambiado los equilibrios en el Mediterráneo, modificando las relaciones entre las potencias regionales que en el pasado habían ajustado sus cuentas desafiandose en Libia. Y hoy lo siguen haciendo el turco Erdogan y el egipcio Al Sisi, los dos autócratas que luchan por la supremacía en el mediterráneo oriental. Lo hacen en el escenario de Libia, un país que está sustancialmente dividido en dos: la influencia de Turquía domina en el oeste, en la región histórica de la Tripolitania con la capital Trípoli, mientras en la Oriental, la Cirenaica con el puerto de Tobruk, la influencia es egipcia.
Buenas relaciones con Egipto y Rusia
En este escenario, el general Haftar juega sus cartas con sus buenas relaciones con El Cairo y el apoyo de Rusia, que le ha suministrado aviones MIG, armas sofisticadas y mercenarios Wagner. Esto le permite tener el control total de la costa con sus fuerzas militares. Los traficantes de seres humanos solo pueden actuar con su permiso. Lo sabe bien Italia, que a veces ha tenido que soportar las amenazas de Haftar, precisamente con el problema de la inmigración. Por ejemplo, en noviembre pasado le mandó una especie de aviso o «mensaje» al Gobierno de Giorgia Meloni, para hacer ver su poder: Permitió la salida de la costa de Cirenaica, no lejos de Tobruk, de un viejo barco pesquero con 456 personas hacinadas, que llegaron exhaustas a Crotone (Calabria), después de ocho días de navegación.
El Gobierno Meloni, consciente de la influencia del general Haftar en el problema de la inmigración, quiere recuperar el tiempo pedido por los dos Ejecutivos del ex primer ministro Giuseppe Conte, cuando su influencia en Libia se redujo ostensiblemente, permitiendo el «desembarco» de turcos y rusos. Hoy el Gobierno Meloni considera a Libia un país estratégico para el interés y la seguridad nacional, desde los recursos energéticos hasta la inmigración. Francia observa con gran recelo los pasos que está dando el Ejecutivo italiano en Libia. Giorgia Meloni juega con la baza de las relaciones históricas de Italia, que ha mantenido un diálogo con todos los protagonistas de la zona, tanto en Cirenaica como en Tripolitania. En ese preciado patrimonio puede jugar un papel muy importante el general Haftar, al que Gioergia Meloni ha prometido ayuda económica y asistencia, a cambio de compromiso para frenar la inmigración clandestina hacia las costas italianas.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete